El guerrero insaciable
César Azpilicueta se ha convertido en un futbolista muy difícil de saciar. El español, cual guerrero, quiere estar siempre en acción. No le importa en qué posición de la defensa jugar. César cumple, y con creces, allá donde le pongan. Quizás es por eso que sea el segundo jugador de la plantilla más utilizado puesto que ya ha jugado 36 partidos. Sin embargo, si a minutos se refiere. Azpilicueta es el futbolista del Chelsea que más tiempo ha pasado sobre el terreno de juego.
Concretamente 3.089 minutos. Una cifra ligeramente superior a sus compañeros en la zaga de los blues. Tras él aparecen Ivanovic con 31 partidos y 2.760′ y Zouma con 32 encuentros y 2.616′. Los números hablan por si solos. César es el defensa que más juega de su equipo gracias a su polivalencia, profesionalismo y a su esfuerzo incansable en todos los partidos. Unas virtudes que cualquier entrenador querría siempre para los futbolistas que pone en el césped.
No obstante, lo realmente destacable en el caso de Azpilicueta es que la regularidad con la que está jugando este curso se puede extrapolar a las nueve temporadas que lleva el internacional español en su carrera. En siete de ellas ha disputado más de 3.000 minutos. Únicamente en la 07-08 cuando debutó como profesional con Osasuna y su primera campaña en el Olympique de Marsella, la 10-11, no consiguió alcanzar tal cifra.
Eso sí, desde la temporada 11-12 acumula cinco temporadas consecutivas jugando 3.000 minutos o más. Su récord en una temporada asciende a los 4.022′ que disputó en la campaña 12-13. Sin embargo, esos números todavía están al alcance este año. A falta de que se disputen 11 jornadas en la Premier League y en función del papel que desempeñe el Chelsea en Champions (necesita remontar el 2-1 de la ida de octavos ante el PSG), Azpilicueta podría volver a superar los 4.000 minutos. De jugar todo lo que le resta al Chelsea. César podría alcanzar los 4.169′. Unos guarismos muy elevados, pero no imposibles para un guerrero insaciable como el internacional español.
Una cosa está clara. Da igual el club, el entrenador o la posición. César, allá donde va, siempre acaba jugando y mucho. Una prueba más de la constancia y la importancia que adquiere Azpi en los equipos a los que pertenece.